martes, 17 de noviembre de 2009

Palabras del alma (8): No me quieras.




- Hay algo que tienes que saber acerca de mí si vamos a seguir con esto: Tienes que saber que lo primero que va a pasar es que te voy a hacer daño. Mucho daño. Te diré que sí y, luego, que no. Te haré creer que soy tuya y, de repente, me verás tonteando con otro. Conseguiré que los celos te coman por dentro y nublen tu vista y tus ideas. Un torbellino de confusión inundará tu mente y pensarás en mandarlo todo a la mierda. Pensarás dejarme y creerás odiarme… Y entonces, cuando tengas la certeza de que vas a acabar con todo, yo iré a por ti y te daré un beso que te hará estremecer, te susurraré que te quiero al oído y te haré prometer que siempre estarás a mi lado. Tú te lo creerás y, durante una semana si llega, estaremos estupendamente, seremos esa clase de pareja que todo el mundo adora y envidia, seremos felices. Pero solo hasta que yo lo aguante, en seguida me sentiré atada a ti y me daré cuenta de que te necesito más de lo que debería, a si que volveré a mentirte y a hacerte daño. Es como el pez que se muerde la cola.
- Creo que vale la pena correr el riesgo.
- Mira, te estoy avisando porque te quiero, y no quiero hacerte nada malo. Si aceptas seguir con esto me voy a convertir en una droga para ti y, cuando quieras alejarte de mi lado, no podrás hacerlo porque estarás enganchado. No empieces la partida, aun estás a tiempo. Por favor. - Sus miradas se encontraron y Victor acarició la superficie de sus labios con los dedos. Había tomado una decisión y nadie le iba a hacer cambiar de opinión.
- Ya te has convertido en una droga para mi, Mel. Ya es demasiado tarde.
- Tú lo has querido. - susurró ella mientras él se abalanzaba a sus brazos.